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Pequeños productores de café ayudan a sanar al pulmón del mundo desde Caquetá

En Colombia cada año se deforesta una porción de bosque del tamaño de Bogotá. Caquetá es el departamento más afectado. Pero pequeños caficultores ahora tienen herramientas para ayudar a salvar al amazonas.

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Luz Mary Villa, productora de café en Caquetá (Juan Pablo Pino)

La amazonía del Caquetá es la más deforestada de Colombia. Así lo demostró un informe presentado por la ministra de ambiente, Susana Muhamad, en septiembre del año pasado que además dejó claro que la cifra va en aumento: la deforestación aumentó 11% entre 2021 y 2022.

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Los bosques están desapareciendo en Colombia para dar paso a prados para ganadería extensiva, comercio legal e ilegal de maderas, cultivos ilícitos como coca o marihuana, minería y construcción de infraestructura vial sin planificación, entre otros usos que se le está dando a los bosques amazónicos. En Colombia, cada año, se deforesta una extensión de bosque del tamaño de Bogotá.

Pero, en medio del desolador panorama de la deforestación de la Amazonía, para Luz Mary Villa, hay un futuro esperanzador. Ella es una joven madre caficultora de las montañas de San José del Fragua, al sur de Florencia. “Para mi nace una esperanza de poder criar mis ojos, de que no se crien con lo ilícito. Ahora hay formas de incentivar los cultivos de pan coger”.

Jeremías Gómez, es un caficultor de Belén de los Andaquíes, un municipio ubicado en zona de transición andino-amazónica del Caquetá, que por años destruyó los bosques. “Yo en mi finca producía carbón de madera, lo hice por diecisiete años. Con eso sostuve mi familia. Luego llegó la coca, me dejaba plata cada dos meses, hasta que un día una avioneta me fumigó los cultivos, los de coca y los de pan coger”.

Cultivo de café en una finca del municipio de Arbeláez, Cundinamarca
(Juan Pablo Pino)

Jeremías cuenta que tuvo que salir de su finca a coger café en otras zonas del país. Allí, llevado por sus hijos, también caficultores, conoció que el café podía ser un proyecto rentable. “Le pedí al patrón que me vendiera dos kilos de café para sacar semillas. Ahí empecé mi proyecto, que me ha costado, pero que yo sé que va ser mejor cada día” asegura. Ya se acerca a una década cultivando café.

Además, para que su finca produzca buen café, tanto Luz Mary como Jeremías se han convertido en protectores de los bosques que aún quedan en sus fincas, más los árboles que han plantado durante sus años produciendo el producto insignia del país. Como ellos, en las zonas de mayor producción cafetera en Caquetá, hay decenas de campesinos y sus familias que buscan producir alimentos para el mundo, sin deforestar y con bajas o nulas emisiones de carbono.

Ellos están recibiendo el apoyo del Solidaridad y Usaid Colombia, junto con algunas otras organizaciones. Luz Mary y Jeremías hacen parte ahora del programa Amazonía Connect, un programa que “busca aprovechar la conexión entre los productores y los compradores, con el fin de mejorar la trazabilidad en las cadenas de suministro, crear incentivos por reducción en carbono y asegurar que los productos que llegan a mercados nacionales e internacionales sean cero deforestación” explicó Joel Brounen, gerente de Solidaridad en Colombia.

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COLOMBIA DEFORESTACIÓN (Mauricio Dueñas Castañeda/EFE)

Amazonía Connect es un ambicioso programa que busca ampliar la adopción de modelos de producción libre de deforestación en paisajes clave de la amazonía en 146.104 hectáreas y 4.400 productores en Brasil, Colombia y Perú; monitoreando cadenas de suministro que aseguren el abastecimiento libre de deforestación y que coadyuven en el monitoreo de la biodiversidad.

“Es que yo noto que cuando hay árboles llegan animales, llegan insectos, cambia hasta el clima. Cuando teníamos cultivos ilícitos no se veía nada de animales por ahí. Con los árboles llegan los frutos, y detrás de los frutos la fauna” explica Luz Mary Villa. Y es que, el requisito y el compromiso para hacer parte de Amazonía Connect es ese: proteger, preservar y restaurar los bosques amazónicos.

En un mundo cada vez más poblado, con mayores retos de alimentación, mayores desafíos para reducir el impacto del cambio climático, tal vez campesinos como los de Caquetá, o los de Mato Grosso en Brasil o Ucayali en Perú (también participantes del programa) se conciertan en la esperanza de la que habla Luz Mary, y aporten pequeñas acciones para que desde la base de la producción alimenticia del mundo se sane el daño que la humanidad le ha hecho al planeta.

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